domingo, 13 de diciembre de 2015

LLEGA LA NOCHE

Llega la noche. Y con ella, el silencio. Uno se acuesta, se acurruca y se pone a pensar... O a temblar. O a reír o llorar. La habitación a oscuras, de madrugada, parece un solar vacío o una vieja mansión habitada por fantasmas, ventanas rotas y secretos encerrados. Es ahí, en medio de esa soledad, cuando uno se olvida un poco de todo y se acuerda, también un poco, de sí mismo. Y siente que se ahoga en un mar de miedos y en el pozo de sus recuerdos; y se confunde, se pierde, se marea, se reencuentra, se hastía, se incomoda...

Y se pregunta el porqué de los enigmas sin solución. Y recuerda que, desde tiempos ancestrales, hasta en la más absoluta oscuridad se colaban a veces también algunas esquirlas de luz. Abre los ojos con temor y dificultad y le atenaza esa nada tan característica que sólo por su nombre consigue llegar a ser apenas algo.

No tiene nombre porque es ausencia pura, pero siempre acecha ahí, agazapada; y te desafía. Al cabo de un tiempo, uno logra calmarse lo suficiente y consigue distinguir algo de entre sus cosas; la mesa llena de libros, cuadernos, lápices y mil sombras, la puerta entreabierta (emblema de todos los terrores de la niñez), el espejo roto (mostrando una versión tenebrosa y difuminada de las tinieblas, que al mismo tiempo aterra y seduce), un cuadro torcido en la pared, la misma pared resquebrajada...

Entonces parece que no nos queda otra opción que preguntar el porqué de todo, que prejuzgar, que indagar, profundizar, husmear... y no siempre es acertado. En la oscuridad no hay que husmear, y mucho menos en la noche. Tampoco hay que huir de ella. Ni eludirla. Simplemente está ahí. Y hay momentos en que nos enseña su lado oculto. Ése que tiene matices más brillantes que la propia luz.

La oscuridad posee ese sabor tácito e imborrable que no tiene nombre, pero que es dulce, mágico y delicioso. La oscuridad saca a la luz todo aquello perdido, huido u olvidado de nosotros mismos. Nos ayuda a afrontar nuestros miedos más íntimos y profundos para que luego, ya de día, podamos superarlos y vencerlos...
 
Juanma - 13 - Diciembre - 2015                   

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