viernes, 10 de octubre de 2014

ESPERANZA

Cualquiera que lo contemplara desde lejos podría creer que más que correr, sin duda volaba; como si dejara pasar la brisa a través de todos los poros de su cuerpo y disfrutara sintiéndola corretear por la sangre de sus venas y arterias. Pero no volaba, sólo corría. Corría huyendo de la opresión a que la rutina diaria le sometía. Y lo hacía como llevado en volandas por el tobogán del viento, como embrujado por el hechizo de la luna cuando en su creciente o menguante sonrisa provocaba el suspiro de los corazones, como montado en el añorado carrusel de la feria de su niñez. Corría desnudo bajo el resplandor de las fugaces estrellas que le acompañaban cogido de la mano hacia la orilla del mar. Desde allí, se dejaba acariciar por las acogedoras manos del océano y recoger en sus brazos tatuados por el murmullo inmortal de los sueños. Y de repente, de sus dedos largos y esbeltos, surgieron mágicos pinceles y de sus lágrimas derramadas, acuarelas con los colores del arco iris. Y con aquellas nuevas y maravillosas armas comenzó a pintar el mundo que se extendía ante sus ojos; peces, medusas y algas; rocas, caracolas y estrellas de mar; barcas y veleros que le conducían a tierras extrañas y desconocidas, tierras donde bellas aves exóticas de plumajes coloridos y majestuosos le daban la bienvenida con hermosos mensajes e imágenes de batallas libradas y reinos conquistados, de enfermedades ya curadas y extinguidas, de una sed eclipsada por el salpicar de las aguas de inmensos ríos cuyas corrientes eran el reflejo del azul del cielo, del dorado del sol y del verde del rompeolas de su esperanza...

Juanma - 10 - Octubre - 2014

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