martes, 4 de marzo de 2014

EFÍMERO

Suelo preguntarme a menudo, y muy especialmente ahora que me encuentro deambulando a tientas hacia ningún sitio: ¿esto es real? Por una parte, me gustaría que durase para siempre este sentimiento de caminar sin rumbo fijo ni dirección establecida, sin huir de nada ni buscar tampoco a nadie. Que la única distancia que sienta sea la que me falte para llegar a la cima del mundo o a la inmensidad del infinito. Esta sensación de frío exterior, pero de tener el corazón ardiendo en llamas, palpitando a velocidades incontrolables y descontroladas. Simplemente dejarme llevar, sentir, volar... dejarme ser. Sentir la hierba húmeda bajo los pies, la neblina adueñándose de cada poro de mi cuerpo y penetrando en él hasta fundirse con el alma, la belleza del mundo en una puesta de sol o en el despertar del alba... la eternidad del todo y lo efímero de la nada. ¿Será posible esto de sentir tanto mis latidos, hasta el punto de querer arrancarme el corazón? Podría dártelo sin pedir que me jures que lo vas a cuidar. Envolverlo en un hermoso papel de colores y versos, y regalártelo.

Yo ya estoy con él, galopando a lomos de su destino. Me voy a internar en el bosque de los sueños y voy a desaparecer, al menos por un instante. Al menos por ese instante, nunca más voy a sentirme solo, nunca más voy a sentir que me falta el corazón...

Juanma - 4 - Marzo - 2014

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