martes, 10 de septiembre de 2013

FUERA DE DENTRO

Recuerdo aquellos días en que no sabíamos qué hacer con nuestra vida, con todo aquel precioso tiempo que nos sobraba; nos gustaba fijar la mirada en el vacío y sentir lo inmenso de él, la locura y el infinito y los sueños a nuestro alrededor como estrellas fugaces surcando el firmamento, la rebeldía de la adolescencia… éramos jóvenes, éramos puros y limpios y cristalinos como la superficie de un lago, como el cielo despejado, como las nieves eternas de los glaciares… nosotros en todo y por todo y tras todo, dentro o fuera o dentro de fuera, sin compromisos, sin odios, sin mentiras… nunca medias tintas, o dentro o fuera o vivos o muertos, al cien por cien, sin miedos, sin trabas, sin limitaciones… la vida es bella por esto, por las luces, por las sombras y por el hueco invisible que las separa, por la magia infinita que hay entre ellas… porque somos millones de personas iguales pero distintas, acordes de una maravillosa y enorme y hermosa melodía que entre todos juntos componemos… todo lo que pudimos vivir lo vivimos, hacíamos lo que queríamos, aún hoy seguimos haciendo lo que queremos, porque aún seguimos vivos y porque a los sueños de la vida aún le faltan voluntarios…

Juanma -10 - Septiembre - 2013

domingo, 8 de septiembre de 2013

MANHATTAN

A veces los pensamientos son tan volátiles, extraños e irreales, más parecidos a una experiencia onírica que a un sabio y sensato razonamiento, que da hasta un poco de miedo insuflarles vida, sacarlos a la luz. Sólo un poco. Porque pensaba en nuestra vida en común, en esta rutina, en nosotros dos; en nuestra adicción a los cigarrillos Camel, a la vida en casa y a las series de televisión. Con frecuentes sobredosis de incertidumbre, discusiones y nubes de alcohol. Prefabricando e inventando cada uno de los besos, los suspiros, los abrazos; construyendo alas sin saber volar...

Y pienso que no tendría por qué haber sido así, ¿sabes? Podría haber sido diferente. No digo que mejor o peor; tan sólo distinto. Supongo que no en esta vida, en este siglo o en esta ciudad. Creo que de cien veces que nos hubiésemos conocido aquí y ahora, las cien hubieran acabado igual. La providencia, la suerte o la casualidad, ¡qué más da! Todas nos hubieran reservado idéntico destino, el mismo final. Pero quiero creer que el futuro o el pasado sí hubieran albergado un momento para nosotros. Quizás en otra época; tal vez en otro lugar.

A veces imagino que podría haber sido Nueva York a finales de los cuarenta. O los cincuenta. Como en una de esas comedias de Billy Wilder o Howard Hawks. Tú llevarías un maravilloso vestido negro, el pelo recogido en un moño de esos altos, un collar de perlas y gafas de sol. Como Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. Y yo…  yo seguiría llevando esta ropa ajena al tiempo, estas pintas de no sé muy bien quién soy ni mucho menos lo que me hago; y tal vez un reloj de bolsillo que me podría haber regalado algún capo de la mafia italiana o un magnate neoyorquino a cambio de unos cuantos acordes. Porque yo sería músico y tocaría la trompeta en una banda de jazz. No sería Louis Armstrong, desde luego; pero tampoco me las apañaría mal. 

Seríamos felices y viviríamos en Harlem, o en Brooklyn, pero tú me esperarías siempre en Manhattan, en la Quinta Avenida, al lado de Central Park; y ambos presumiríamos de ser de allí, de allí de toda la vida... y tal vez más. Te recogería todas las tardes en un Cadillac rojo descapotable y entonces, tú te recogerías el pelo con un pañuelo verde o rojo, da igual, y nos iríamos de fiesta, de copas... y tal vez más. Nuestra ruta sería distinta cada noche,  pero recorreríamos siempre todos los bares de jazz de la ciudad y hablaríamos con todo el mundo, como si la vida estuviera cosida a nuestros bolsillos, como si de verdad lo tuviéramos todo tan claro, como si hubiésemos nacido para no morir nunca jamás. 

Te imagino espléndida, dulce, maravillosa; con una sonrisa eterna bajo esos radiantes ojos negros, un Martini en la mano izquierda y un cigarrillo con filtro en la derecha comentándoles a los artistas del blues que nosotros éramos de allí de siempre, pero que siempre quisimos vivir un poquito más. Tú tendrías un perfecto acento inglés y yo un perfecto dominio de la trompeta. Ya en aquellas calles en blanco y negro, de camino a casa, de vuelta al hogar, te diría algo así como que la camarera rubia que se parecía a Marilyn Monroe no había dejado de mirarme en toda la noche... y que no la culpaba por ello. Tú te reirías alegre y divertida, con esa risa fresca y jovial mitad melodía, mitad brisa del mar. La ciudad, ya dormida, aún olería a la resaca de la alegría y de la fiesta y los dos pensaríamos que no había nada de lo que preocuparse, que los problemas eran cosa sólo de otros y que todas las palabras y las canciones y los sueños de mentira serían desde entonces de verdad.

Porque con el tiempo ya veríamos cómo sucedían las cosas y ya nos las apañaríamos si iban mal para cambiar el mundo un poco, también, a nuestra manera. De nuestra manera y con nuestras maneras ¿entiendes? Entonces la música sería siempre música y la poesía sería sólo poesía y podríamos cerrar los ojos y dormir tranquilos y sin culpas, ahorrándonos toda la explicación y frustración que conlleva el no poder seguir viviendo al día y el continuar teniendo sueños propios, hermosos y diferentes y el haber dejado de apostar a la ruleta rusa mucho tiempo atrás.

Sigo pensando a veces eso. Jugando un poco a eso. Imaginando todo eso. Sigo soñando e inventándome mundos alternativos sin latas de cerveza y sin ese frecuente y confuso sabor a indiferencia y humo y ceniza. Como si cualquier otra cosa fuera posible. Como si todo fuese posible. Tal vez en otra época; quizás en otro lugar. Mientras tanto, allá fuera el miedo viaja en nubes de odio, mares de codicia y coches patrulla. Y aquí dentro la rutina de los cigarrillos Camel, la vida en casa y las series de televisión augura escasa alegría, remotas esperanzas y demasiada soledad...

Juanma - 8 - Septiembre - 2013

sábado, 7 de septiembre de 2013

SUEÑOS

                       I 

Sueño de día por recordarte,
por no olvidarme de ti por si no vuelves,
vuelo de noche para tocar las estrellas
de aquellos que, como yo,
buscan también un mundo nuevo;
y sigo aquí, malgastando munición
y horas de sueño,
robando noches a los meses,
brillo a la luna
y agua contaminada de los mares,
brisa a las montañas
y verde a los valles,
como un náufrago, aferrado a una vela
que se hunde, a su bandera;
sueño contigo en mis desvelos, 
cuando duermo en el viento eres mi vuelo...

                     
















                       II

No quise ser, desde nunca,
un miembro más del gran rebaño,
naufragué y, como siempre,
tu sonrisa fue mi guía y fue mi estela,
con tus miradas de luz,
con su color, pinté acuarelas,
y el futuro qué más da,
si hoy sale el sol
y volvemos a soñar con metas nuevas,
si quemamos los poemas del pasado
y encendemos cada noche
con mil besos las estrellas...


Juanma - 7 - Septiembre - 2013


                        


jueves, 5 de septiembre de 2013

AMOR Y AGONÍA

¿De dónde le surgió esa sangre fría?
que viéndome llorar de esta manera,
conociendo el daño que me hacía
y no siendo la primera primavera
que yo con ella a gusto me sentía.




Succión de madrugada a sangre fría
la sangre de mis venas derramada,
manaron de mi alma sus mentiras,
disfraces de pasión, cruel osadía,
que escarneció mi alma enamorada.

Temprano el corazón amanecía
deshecho como el ártico en la hoguera,
durmiendo la encontré, me sonreía,
¡qué ímpetu de inercia no volviera!
sabiendo que la vida nos huía.




Los restos del amor de la agonía
murieron esa noche en mis entrañas,
dolor quedó tras despertar el día...
almas muertas, ahora extrañas,
que un día rebosaron poesía.


Juanma - 9 - Noviembre - 2010

lunes, 2 de septiembre de 2013

DESPERTANDO

Nos estrellamos, sí.
Nos estrellamos en el mismo instante en que decidimos salir a volar.
Nos estrellamos voluntariamente y no sé si reírme o llorar por ello.
Me levanto, me desnudo y me ducho.
Otro día más girando sin saber hacia dónde y tampoco sé si dar las gracias o pedir la expiación de cualquier
culpa cuya pena sea estar vivo en este mundo.
Enciendo la televisión, veo las noticias y compruebo que el mundo también se está estrellando.
¿En qué momento comenzamos a caer en picado sin apenas darnos siquiera cuenta?
Al menos eso fue involuntario.
Pero lo de querer echar a volar sin tener alas...
Eso fue un sueño maravilloso, pero también una insensatez.
Intento dormir e, irónicamente, empiezo a despertar.
Me doy la vuelta y me ves... y te veo.
Aléjate ahora que aún puedes, mi locura es contagiosa...

Juanma - 2 - Septiembre - 2013