lunes, 11 de junio de 2012

SINCRONICIDADES

Vengo de soñar con pájaros sin alas muchas noches. De soñar que ciertas  personas que no conozco se cuelan a hurtadillas y mintiendo por el patio de mi casa. Vengo de la maldita manía de escribir intimidades ya muertas, vengo de ese pozo siempre tan  oscuro que es mi subconsciente.

Amanece un día y al abrir los ojos me digo que no. Me levanto y me visto con elocuencia y buen humor, y me rodeo de pensamientos de primavera rebosantes de colores. Como aquella película antigua cuyo título nunca recuerdo, donde la chica es tan triste que canta canciones felices para deprimirse aún más. Dices que nos tomemos un helado. Si supieras lo que un helado de vainilla significa para mí, no me lo pedirías.

Entonces mejor nos tomamos un café y te hablo de lo que más me importa, que curiosamente coincide con lo aquello que más te importa a ti, y que además no existe aún. Pero podría. Y se despliega una pregunta tan grande como un paracaídas sobre la mesa que casi nos caemos los dos adentro.

(No existe mejor contexto)

Pruebo a caminar alejándome hacia atrás, pero con la vista siempre puesta en ti, como los cangrejos, y al pisar una rejilla del metro miro hacia abajo y veo el abismo inmenso y oscuro como el infierno. Me quedo quieto, acongojado,  casi suspendido en el aire, sobre unos hierros oxidados bajo mis zapatillas blanzas y mi camisa, que perdió todos sus colores de primavera  y ahora es de blanco y negro.

Si cayera, sacaría de mi bolsillo un gran signo de interrogación, como los de los personajes de los dibujos animados.

Pero si cayeras tú también, tal vez la duda se tornaría una enorme exclamación, y los pájaros rotos al fin podrían echar a volar.

Porque los sueños se pueden hacer realidad, porque si no nos gustan se pueden cambiar... y porque las sincronicidades existen.

Existen, aunque signifiquen una molesta subversión que amenaza lo racional.

Aunque uno no haya leído nunca a Freud. Ni el Quijote.

Existen, y de tanto en cuanto, se empeñan en darle cuerda a las utopías, a los desalientos, a lo invisible, a tu espejismo, a la verdad.

Como encontrarse dentro de una pesadilla, irreal e improbable, donde el asfalto se derrite bajo tus pies.

Como una llamada que se retrasa horas y horas, y suena justo cuando ya no se la necesita.

Como perder el último tren en la estación, pero ganar otras muchas cosas.

Como una grieta que se abre desde el subconsciente hacia lo profundo del universo, y que atraviesa  la barrera de lo imposible.

Como imaginar quiero, y que se pueda.

Como decir ojalá, y que algo suceda.

Como cruzar los dedos, esperando algo mejor que lo esperable.

Como esperar que no, y que suceda que sí...

Juanma - 12 - Junio - 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario