miércoles, 7 de septiembre de 2011

MIEDO


Desde que tengo uso de razón, tengo miedo. No es un miedo irracional a los monstruos que en nuestra niñez habitan en el armario, a los fantasmas bajo la cama o a seres inimaginables de otros mundos. Tampoco a la noche o la oscuridad. Es un miedo mucho más cercano, más mundano, que casi se puede tocar. Miedo de que mis seres queridos mueran, de que la gente que quiero se marche o se aleje, de quedarme solo Tengo miedo, cada vez que cierro los ojos, de que esta vida no sea en realidad mía, sino que la esté viviendo tan sólo de prestado.

Tengo miedo de mirar hacia atrás y tengo miedo cada vez que voy con alguien a un lugar desconocido, pero más miedo cada vez que alguien se va a algún lugar desconocido sin mí.

Tengo miedo de los días que se escurren demasiado deprisa, así como de los que parecen moverse a cámara lenta.

Tengo miedo de no haber sido ese chico brillante que mis padres esperaban. Tengo miedo de que dios se enoje por haber decidido no seguirle, así que por las dudas me enojé con él yo primero.

Tengo miedo de haber elegido mal los caminos que probablemente pude elegir bien, y de ser un perpetuo y permanente desastre. De morirme de desgana, de desidia, de descontento, tengo miedo.

Tengo miedo de no saber encontrar a mis amigos, de perderme a mí mismo, de deshacerme en mil pedazos, de cambiar hasta no saber reconocerme.

Tengo miedo de traicionar mi propia historia por un suicidio una y otra vez siempre presente, y todavía me estremece el miedo terrible que tuve la primera vez que lo intenté. Tengo miedo de morirme, y cuando me muera tendré miedo de no volver a nacer.

Desde que soy capaz de recordar, soy el príncipe del miedo.

De cuando mis ganas de escribir falten, de que mis hijos no nazcan, de que las estrellas se apaguen De equivocarme en el amor, pero mucho más miedo del miedo a errar. De no confiar en la gente, y también de confiar. De que se me olviden los nombres de las chicas que amé, de la felicidad; y de que me falte, quizás más.

Miedo al reflejo de los espejos. Al invierno que se está yendo siempre, pero siempre volverá. Terror al olvido. Pavor a lo que llegue a hurtadillas. Pánico a lo que espero y no llegará.

Desde que mis pulmones respiran, tengo miedo. Pero entre escalofrío y temblor siento que me encuentro entero, profundo, vital...

¿Quién es el valiente que ha vivido sin temblar?

Juanma - 7 - Septiembre - 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario